Si decide beber alcohol, la manera en la que afecta a su cuerpo, además de su salud física y mental, depende en gran medida de la frecuencia con la que beba y en qué cantidad. Pero su consumo también puede afectar a otras personas, tanto en su familia y círculos sociales más cercanos como entre los conocidos y las personas con las que interactúa. Es importante recordar que si decide beber, un consumo moderado y responsable es siempre la mejor opción, no solo para usted, sino también para los demás.
La bebida puede ser un «lubricante social», pero solo en moderación
La bebida a menudo acompaña a los eventos sociales. Un consumo moderado puede facilitar la conversación y volverle más extrovertido y relajado a la hora de relacionarse con otras personas. Pero la bebida nunca debe utilizarse para darle el valor de hacer algo que no haría en otras circunstancias.
Si empieza a beber mucho, esto puede afectar a la manera en la que interactúa con otras personas. Al beber más, algunas personas se embriagan y pueden llegar a perder la compostura y ser verbalmente agresivas. Y, al estar más desinhibidas (2, 3), pueden ignorar los límites e incomodar, o incluso poner en peligro, a los que las rodean.
Un consumo excesivo puede dar lugar a un comportamiento agresivo
El consumo excesivo se ha relacionado con algunos comportamientos violentos y puede intensificar las discusiones (3). Es más probable que se lesione o haga daño a otra persona por al efecto que las grandes cantidades de alcohol tienen en su coordinación y su capacidad de reacción (4). Estas lesiones también pueden ser más graves que cuando está sobrio, ya que es posible que no pueda reaccionar a tiempo para protegerse.
Beber y conducir no son buenos amigos
Mientras más bebe, más reduce el alcohol su capacidad de concentración, su tiempo de reacción y sucapacidad de juicio (5). Como resultado, las personas que beben tienen más probabilidades de verse involucradas en un accidente de tráfico, ya sea como conductores o como peatones (6).