Parte del alcohol que consumes pasa a través de la placenta y llega al torrente sanguíneo del bebé. Cuanta más cantidad de alcohol consumas y con mayor frecuencia, más alcohol le llegará al bebé.
Consumir alcohol con frecuencia y en elevadas cantidades expone al bebé a niveles de alcohol que pueden poner en riesgo su desarrollo. Es bien conocido que los niños y niñas que nacen de madres que consumían elevadas cantidades de alcohol durante el embarazo podrían padecer problemas físicos, mentales y de conducta irreversibles por el resto de su vida (1-3). Estos problemas son consecuencia del trastorno del espectro de alcohol fetal (TEAF) (4), cuya forma más grave es el síndrome de alcoholismo fetal o SAF (5, 6).
Existen pocas pruebas acerca del consumo leve de alcohol durante el embarazo y cómo puede afectar al feto en desarrollo. Sin embargo, en vista de que no se ha establecido un umbral de seguridad, es mejor pecar por exceso de precaución. Aunque los problemas de desarrollo relacionados con el TEAF y el SAF son consecuencia de consumir cantidades elevadas de alcohol, lo mejor es que la mujer embarazada se abstenga de consumirlo (7, 8).
También es buena idea evitar el consumo de alcohol si estás tratando de quedar embarazada, puesto que quizá no sepas de inmediato que ya has concebido. Si descubres que estás embarazada y has estado consumiendo alcohol, deberías hablar con un profesional de salud.