El alcohol es una sustancia psicoactiva que afecta las vías neuronales de su cerebro y a las sustancias químicas directamente implicadas en la regulación de sus acciones y estados de ánimo (1). A corto plazo, beber de manera moderada y ocasional puede relajarle. A muchas personas les gusta beber porque les proporciona placer y puede mejorar la experiencia de una reunión social (2).
Sin embargo, a medida que va bebiendo más, se van imponiendo los efectos embriagadores del alcohol. Su estado de ánimo positivo puede agriarse rápidamente y puede que se entristezca o se deprima. A largo plazo,la bebida puede tener un efecto duradero sobre su salud mental (3). Algunas personas puede que beban para aliviar el estrés o la ansiedad y utilizan el alcohol como un medio para adormecer sus emociones (4, 5). Con el tiempo, pueden empezar a beber más y a necesitar más alcohol para obtener el efecto deseado. Pero beber en exceso puede empeorar tanto el estrés como la ansiedad y causar problemas adicionales de salud mental (6, 7).
Los problemas de salud mental y el Trastorno por Consumo de Alcohol están estrechamente relacionados
Los estudios científicos muestran que un consumo excesivo está estrechamente relacionado con la depresión (6), la ansiedad (8), la psicosis (9) y el trastorno bipolar (10), y también puede aumentar el riesgo de suicidio (11). Muchas de las personas que padecen estos trastornos beben mucho y pueden ser diagnosticadas con un Trastorno por Consumo de Alcohol o dependencia. De hecho, el propio Trastorno por Consumo de Alcohol se considera un problema de salud mental y requiere ayuda profesional (12).