El cuerpo y el cerebro de los jóvenes aún están en fase de desarrollo.
El cuerpo de los jóvenes sigue desarrollándose durante la adolescencia, haciéndolo vulnerable a los efectos del alcohol. Beber a una edad temprana puede interferir en el desarrollo normal del cerebro (2) También puede afectar al desarrollo de órganos vitales. Esto puede causar problemas más adelante.
Estudios científicos han demostrado que beber a una edad temprana, especialmente cuando se bebe en exceso, puede tener efectos irreversibles en el cerebro que pueden dar lugar a cambios y daños a largo plazo (3-5). Puede afectar a la manera en la que se forman las conexiones del cerebro y también a la capacidad de aprendizaje y la memoria.
Beber a una edad temprana puede dar lugar a problemas psicológicos y puede incrementar las probabilidades de abusar del alcohol en etapas posteriores de la vida (6). Cuanto antes empiecen los jóvenes a beber de manera regular y en exceso, mayor es la probabilidad de que esto ocurra.
El impacto del alcohol es diferente en jóvenes y en adultos.
Los estudios muestran la posibilidad de que los adolescentes no experimenten los efectos del consumo de alcohol de la misma manera que los adultos ya que sus cerebros aún están en desarrollo (7). En consecuencia, puede que algunos beban más a menudo o en mayor cantidad, sentando las bases para el desarrollo de problemas con el alcohol.
La bebida y la pubertad no se llevan bien
La adolescencia es un periodo de intensos cambios físicos, mentales y emocionales. El consumo de alcohol puede afectar al estado de ánimo y a la manera en la que los adolescentes afrontan el estrés, la ansiedad y la depresión (8).
Algunos estudios sugieren también que el consumo durante la adolescencia, particularmente el consumo excesivo, puede retrasar el comienzo de la pubertad y tener un impacto en la densidad ósea, la altura y el peso.
Existen varias estrategias para prevenir el consumo entre los menores de edad
Los límites de edad legal están pensados para proteger a los jóvenes durante un periodo vulnerable. Los gobiernos de todo el mundo establecen umbrales de edad mínimos para el consumo y la compra de alcohol (1). Los límites de edad varían dependiendo del país y están determinados por la cultura y la percepción. Aunque van de los 16 a los 25 años, 18 es el umbral de edad más común para la compra legal de alcohol.
La prevención del consumo para los menores de edad puede implicar, en la práctica, una combinación de diferentes estrategias dependiendo de la situación. Algunas de las más prometedoras requieren un papel protagonista de la familia y amigos. Los padres y los amigos son las influencias más importantes en las vidas de los niños y adolescentes en lo que respecta a la bebida (10, 11). Al principio, los padres son los principales modelos de conducta. Pueden ayudar a establecer patrones y actitudes de consumo que durarán toda la vida. Los amigos también son importantes durante a adolescencia, a medida que crece la presión por encajar y ser independientes.
La importancia de la familia y los amigos es de vital importancia para muchas de las iniciativas más prometedoras a la hora de prevenir el consumo entre los menores (12). Algunos implican formar a los jóvenes sobre el consumo y sobre patrones perjudiciales como los episodios de consumo excesivo (13-15). Otros se centran en mejorar la capacidad de los padres y familiares para afrontar el consumo (16, 17). El desarrollo de habilidades que enseñen resiliencia y la capacidad de resistir las presiones sociales asociadas a la bebida y muchos otros retos de la vida es también una medida eficaz (18).